miércoles, 31 de julio de 2013

La corrupción: un método de trabajo político

Por Claudio A. Caamaño Vélez,

Hace unos días entré en contacto con unos escritos del profesor Juan Bosch de la década del 70. El doctor George Torres me dio a leer algunos de los materiales que se enseñaban en los Círculos de Estudio de aquel PLD que ya no existe. En ellos encontré lo que considero el enfoque más acertado y más desconocido, u oculto, de la corrupción (Los Métodos de Trabajo, Juan Bosch, 19 de abril de 1978). 
Para enfrentar algo, lo primero que debemos hacer es conocerlo. No podemos cortar un árbol del que no sabemos donde están sus raíces. Durante años hemos visto la corrupción como un mal, un cáncer. Incluso los mismos gobernantes nos presentan a la corrupción como algo malo que no hay forma de controlar. Pero lo cierto es que nada de eso es cierto.
La corrupción es un método de trabajo político de los partidos del sistema (del sistema político actual), un método de acumulación de las riquezas que consiste en la apropiación de fondos públicos por distintas vías. Este método es usado por los partidos para cumplir su objetivo, que no es gobernar (eso es un medio), sino hacer ricos a sus dirigentes y sus  colaboradores cercanos. Así como el objetivo de Coca-Cola no es vender refrescos, sino hacer ricos a sus dueños.
La corrupción es para nosotros un mal, tal vez el peor de los males, pero para los partidos tradicionales y para sus dirigentes la corrupción es lo que les permite cumplir sus metas, es lo que hace posible su razón de ser. Pedirle los actuales gobernantes que ataquen la corrupción sería como pedirle a la Coca-Cola que iniciara una campaña publicitaria sobre los efectos nocivos de los refrescos. Los dirigentes de los partidos del sistema (PRD, PLD, PRSC, y sus parasitos) saben bien que si desaparece la corrupción, o siquiera se persigue, ellos mismos desaparecerían en poco tiempo.

Si queremos un gobierno sin corrupción, o al menos uno donde ésta se persiga y se castigue, tendremos que levantar un gobierno protagonizado por partidos políticos donde la corrupción no sea un método de trabajo, un partido cuyo objetivo no sea hacer ricos a sus dirigentes. No le pidamos peras al olmo. Si queremos cambios reales tenemos que asumir la determinación y la valentía de hacerlos nosotros mismos. Gobernar no debe ser un privilegio, sino una responsabilidad.

viernes, 5 de julio de 2013

Nos negaron la justicia pero no nos quitaron la razón

Con motivo del díctamen que ratifica el archivo de la querella contra Leonel Fernández
Por Claudio Antonio Caamaño Vélez
Hoy estuve en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva dando apoyo moral al Dr. Guillermo Moreno y su lucha contra la impunidad. Al escuchar que el Juez de Instrucción ratificó el archivo del expediente del caso Leonel-Funglode, sentí que algo dentro de mí se rompió. Tengo que confesar que llore, con una mezcla de rabia, impotencia y desilusión. Pocas veces en mi vida me he sentido más indignado.
Antes de la lectura de la sentencia, por un momento llegué a creer que la justicia dominicana se iba a empantalonar y atreverse a cumplir con su función. Me reconozco un iluso. Veo que lo que pagamos de impuesto para el Poder Judicial y el Ministerio Publico, es solo para perseguir y condenar a ladronsitos de salami, que los verdaderos verdugos de este pueblo están por completo inmunes, situados al margen de la ley.
Pero no todo se perdió. El Dr. Moreno demostró algo muy importante: para hacer los cambios que este país necesita es preciso conquistar el poder político. Hasta que eso no ocurra, los que mantienen a nuestro pueblo en la miseria seguirán paseándose libremente por las calles con una sonrisa burlona en sus rostros.
Esperemos que la lucha la demos en las urnas, y desplacemos a la clase política que nos mal gobierna. De lo contrario, nuestro país verá escenas de dolor y sangre, cuando el pueblo se canse y se tire a las calles.
Después de leer el artículo de Miguel Guerrero, publicado en Acento.com en el día de hoy (5-7-13), solo tengo para decirle al juez Román Berroa Hiciano y a la fiscal Yeni Berenice Reynoso: malditos sean los que condenan a un pueblo al recurso de la violencia. Que Dios no permita que lleguemos a ese punto, pero si así ocurre, que sus hombros se preparen a soportar el peso de la responsabilidad que por cómplices y cobardes han tenido que asumir.
El pueblo tendrá muy presente quiénes son sus enemigos. En este proceso hemos podido identificarlos una vez más.
Como dijo el Dr. Moreno: "dignidad". Es lo único que nos queda a los que hace unos minutos queríamos "justicia". Pero ni un paso atrás, y cito las palabras del coronel Juan María Lora Fernández, quién en 1965 dijo: "si grande es nuestro enemigo, mayor será nuestro arrojo y valentía".
No pierdo la fe en nuestra causa, me abrazo a las palabras de Francisco Alberto Caamaño: "El que tiene el derecho ya tiene la victoria, o la tendrá mañana por encima de las alternativas de la guerra, del sacrificio y de la muerte".

Las cosas por las que luchamos trascienden la propia existencia, la propia vida. En esta ocasión no obtuvimos justicia, pero eso no nos quita la razón, ni mucho menos el derecho.