Por Claudio A. Caamaño
Vélez (@ClaudioCaamano)
En
los últimos meses hemos visto como una parte considerable de la sociedad
dominicana se ha movilizado para evitar que la minera Falconbridge Dominicana
(Falcondo) ejecute actividades de explotación minera en la zona de Loma
Miranda, provincia Monseñor Nouel. Así mismo hemos visto como sectores y
personas han salido en la defensa de esa empresa.
Desde una mirada sencilla, digamos 2D, se
puede afirmar que es una lucha para evitar que se deforeste una montaña. Pero
desde una mirada más profunda, digamos 3D, podemos notar que esta lucha es
mucho más de lo que a simple vista se puede ver. De hecho, es muchísimo más.
Esta lucha, es la de un pueblo por preservar
sus recursos naturales. Es la lucha de una nación contra las transnacionales
mineras. Es la de un país contra el capital (que no tiene patria), que solo
busca sacar beneficios sin medir consecuencias. Es la lucha de la verdad contra
la manipulación mediática y la compra de conciencia.
La lucha por la defensa de Loma Miranda
representa el alto nivel de conciencia que ha logrado nuestro pueblo, el cual
se ha dado cuenta que unas monedas pasajeras no pueden canjearse por el futuro
de una nación. Es un verdadero despliegue de libertad y autodeterminación; una
exhibición de que el poder soberano reside en el pueblo; la afirmación de que
el interés colectivo está por encima de los intereses (ambiciones)
particulares.
Por esta razón debemos, a sangre y fuego
(metafórica o literalmente según aplique), evitar que las mineras
transnacionales continúen su avance por nuestro territorio. Este país no solo
es nuestro, también es de nuestros hijos, nuestros nietos, y de los hijos y
nietos de estos.
Así como Moisés partió en dos las aguas del
Mar Rojo, así mismo se ha visto clara la franja divisoria entre los defensores
de nuestro país y sus detractores. Esa es otra lección importante que no
deberíamos olvidar.
C.C
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