Por Claudio A. Caamaño Vélez
Recientemente fue aprobado el
proyecto de ley que regula los salarios de los funcionarios públicos,
poniéndole de esta manera un freno a las ilimitadas ambiciones económicas de
los “servidores públicos”.
Esto puede convertirse en una
pieza jurídica de mucha importancia en nuestro país, o bien, ser otra más de
las leyes que no valen ni el papel en que están escritas. Eso está por verse.
Lo que sí es seguro es la desfachatez con que los congresistas asumieron una
postura supra legal y se hicieron inmunes a esas disposiciones.
No se si el pueblo dominicano
sepa lo que esto significa, pero cuando tenemos un grupo de personas que crean
una ley para todo el mundo menos para ellos mismos, estamos ante un verdadero
adefesio de democracia. Cuando los legisladores, los encargados de hacer las
leyes, se colocan a si mismo por encima de estas, entonces tenemos que
revisarnos como nación.
La Constitución, la Ley Suprema,
les prohíbe a los senadores y diputados legislar en beneficio propio, sin
embargo introducen en esta ley un párrafo que
dice: “el Congreso se regirá por su propia ley”, afirmando que la ley del
congreso está por encima de las demás leyes, enviando el meta mensaje de que
ellos son unos seres “especiales” que están por encima de los demás. ¿Si
Juan Bosch decía, “ningún hombre es superior a su pueblo”, entonces, por qué
estos, que alegan ser discípulos, quieren estar por encima de los demás?
Qué vergüenza ver a este pueblo
tan luchador y sacrificado dándose un congreso lleno de hombres insensibles e
inescrupulosos, que gobiernan de espalda a los intereses de país y de cara a
sus lujos y sus ilegales privilegios. Ellos son malos, pero no olvidemos que nosotros
somos quienes los elegimos. Revisémonos.
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