lunes, 24 de septiembre de 2012

42 años de la caída de un revolucionario


Por Claudio A. Caamaño Vélez
24 de septiembre de 2012

Cada 24 de septiembre se cumple un año más del vil y cobarde asesinado de un ser humano excepcional, de un dirigente estudiantil y revolucionario comprometido con su patria. Un ejemplo para su generación, la nuestra y las futuras. Un ejemplo para nuestro país, para Latinoamérica y el mundo.
Hace 42 años ya,  mientras corría la sangre escalera abajo, aún caliente el cañón de la pistola calibre 45, el Ing. Amín Abel Hasbún pasaba a la inmortalidad y se convertía en un símbolo de la lucha contra el imperialismo, la desigualdad y la opresión en América Latina. Ante la vista impotente de su esposa embarazada y su hijo de dos años fue asesinado cobardemente por la espalda de un balazo en la nuca, ya estando prisionero.
Es muy necesario que recordemos este trágico hecho. Hoy que personas sin escrúpulos se atreven a titular “padre de la democracia” a un criminal y un déspota, como lo fue Joaquín Balaguer, principal autor de este hecho, títere de los norteamericanos, impuesto a la fuerza por el gobierno de ocupación, quien sistemáticamente asesinó, corrompió y exilió a todo lo bueno que había en este país, sumiendo a la República Dominicana en un retraso social y político del cual aún no nos recuperamos.
Hoy más que nunca debemos difundir su historia, para que su camino ilumine a la juventud y a los futuros dirigentes estudiantiles, pues los actuales, en su mayoría, ya están muy desviados de la trocha que marco Amín cuando escribió en las páginas gloriosas del movimiento estudiantil dominicano. Hoy que la antítesis de Amín quiere simular su ejemplo para desviar y confundir a la juventud de nuestro país.
Ese sistema que el tanto combatió, ese sistema que le segó la vida, no es muy diferente del sistema que hoy nos oculta su historia y nos priva de su ejemplo, a decir verdad… es el mismo sistema. Es por eso que su lucha aún tiene vigencia, y sus sueños de justicia e igualdad deben ser también los nuestros.
Como decía Amín: “Y es que los revolucionarios seguimos haciendo la revolución aun después de muertos, cuando ya no tenemos voz para propagar las ideas, cuando ya no tenemos vida para empuñar el fusil, todavía nos quedan los huesos para que sirvan de bandera”.
 Que viva Amín Abel Hasbún!!

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