lunes, 24 de septiembre de 2012

Juan Bosch: la construcción de un golpe de Estado


Por Claudio A. Caamaño Vélez
El 20 diciembre de 1962, cuando el teniente Claudio Caamaño Grullón, informó al comando conjunto de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional encargado del control y protección de las elecciones, que el Prof. Juan Bosch ya tenía asegurada la victoria electoral, todos los presentes estallaron en júbilo, mostrando el gran respaldo de los militares hacia el candidato del PRD. Hasta ese día todos los militares y policías del país eran boschistas.
Bosch planteaba abiertamente en sus discursos de campaña que “los militares eran más víctimas de Trujillo que los mismos civiles”. En contraposición a su oponente Viriato Fiallo, que anunciaba que “tenía las manos llenas de látigos para castigar a los trujillistas”.
Lo interesante es ver como del 20 de diciembre de 1962 al 27 de febrero de 1963, ya había perdido por completo el respaldo de los militares. El día anterior a la toma de posesión un grupo de militares y miembros del Consejo de Estado, estaban gestando una trama para impedir que Juan Bosch se juramentara como presidente constitucional de la Republica. Para ese momento en los cuarteles ya se hablaba abiertamente en contra de Bosch. Los agregados militares norteamericanos habían difundido e instruido a los militares y policías dominicanos, dependientes y serviles, que este era comunista.
El día de la toma de posesión el presidente no realizó ningún cambio en los mandos militares ni policiales. Viendo esto, el presidente Rómulo Betancourt, preocupado por esta situación, le sugirió al presidente Bosch que cambiara todos los mandos militares y que pusiera sus propios mandos, a lo que este le contesto: “lo que pase con los mandos militares es una atribución exclusiva del gobierno dominicano” y no cambio ningún mando durante todo su gobierno.
En una alocución por radio y televisión el presidente Bosch manifestó conocer las intenciones de derrocarlo, pero solo se limitó a decir: “los golpistas tienen que saber que un golpe de Estado a mi gobierno, durará menos que una cucaracha en un gallinero”.
Cuando ya era abiertamente conocida la conspiración contra el gobierno, y que esta la encabezaban militares de  Fuerza Aérea. Bosch convocó a una reunión en el Club de la Base Área  de San Isidro, con todos los oficiales de la base, los cuales entendían que en esta reunión iban a ser hechos presos y cancelados los cabecillas de la conspiración, quienes llegaron a la reunión llenos de miedo. El presidente Bosch luego de amonestarlos termino diciéndoles: “Si ustedes no deponen su actitud subversiva contra mi gobierno, yo presentaré la renuncia”. Esto fue lo que detonó el golpe de Estado. Pocos días después, estos mismos militares entrarían en su despacho y lo harían prisionero, deponiéndolo de su cargo y enviándolo fuera del país.
El día antes del golpe, el teniente coronel Rafael Fernández Domínguez, quien conocía las intenciones golpistas, se apersonó donde el presidente Bosch y le planteó que él tenía un grupo de militares leales, dispuestos a tomar las armas en contra de los golpistas y hacerlos presos. Pero Bosch se negó, alegando que eso provocaría un derramamiento de sangre.
Bosch se convirtió en un ser indefendible y rechazó la ayuda de los que quisieron defender la democracia dominicana. No quiero decir que provocó su propio golpe, pero ciertamente no hizo nada para evitarlo. Dejó que las intenciones malsanas de derrocar su gobierno se hicieran realidad sin tomar ninguna medida, convirtiéndose en el principal responsable de este fatídico hecho que puso fin a la primera democracia luego de la dictadura de Trujillo. Si bien los golpistas fueron que dieron el golpe y asesinaron la voluntad del pueblo, Bosch no cumplió con su sagrado deber como presidente de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las Leyes.

Nota: Este artículo fue hecho con la colaboración y el testimonio de Claudio Caamaño Grullón

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