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De Diario Libre
El problema con el Ministerio de la Juventud es que sencillamente no sirve para nada. Su origen, probablemente, es una intención partidista de conectar con un caladero de votos y gerenciar, a través de programas más o menos bien intencionados y "políticamente ultra correctos", una corriente de simpatía hacia un proyecto electoral concreto.
Los cientos de millones de pesos que se han asignado a tal cartera desde su fundación se han ido por un desagüe, sin rendir frutos ni beneficios.
Su programa más conocido es el de becas. Está claro que ese dinero debió haber sido asignado al Ministerio de Educación Superior, que cuenta con el conocimiento, los contactos internacionales, los sistemas de evaluación que se necesitan. Volvemos a pagar la duplicidad de funciones, de personal, de instalaciones etc...
Y sin entrar a discutir si se dedican al turismo de congresos (que sí) y a beneficiar a sus colegas (que también), hay un tema de fondo que sí es preciso poner sobre la mesa: el dispendio de los recursos públicos en época de crisis y de presión fiscal sobre los ciudadanos.
Cuando los altos funcionarios explican que hay que subir los impuestos porque se ha analizado que el "problema no son los gastos sino los ingresos" dan ganas de gritar. ¡Sí es un problema de gastos!
Oficinas tan inútiles, vacías de funciones y contenido real, que se usan para el proselitismo partidista del gobierno de turno y cuyas funciones son tan prescindibles... no deberían costarnos ni un centavo de nuestros impuestos.
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