De Diario Libre
Desalienta escuchar a los políticos abordar en sus discursos los problemas nacionales. Ninguno, por muy inteligente, bienintencionado o experimentado que haya demostrado ser, ofrece proyectos concretos para solucionar los problemas concretos que hacen la vida diaria tan farragosa para los ciudadanos. Se limitan a recitar promesas vagas y vacuas sobre realidades indiscutibles. (¿Cómo alguien no va a querer "erradicar la pobreza"?)
A las generalidades pseudodidácticas del presidente Fernández se le unen la beatitud profesional de Alburquerque o Cedeño, las patafísicas intervenciones de Bengoa, el inquietante mutismo de Diandino, las siempre "interesantes" y brasileñas conclusiones de Díaz Rúa, las desfachatadas iniciativas de Wessin Chávez, Peña Guaba o Aristy Castro, las inefables excusas de Hotoniel, los clichés de los mandos policiales y militares, siempre tan vacíos y pomposos... Las ideas de campaña de Hipólito son demasiado concisas; las de Danilo demasiado generalistas.
La realidad es que no exigimos ni capacidad previa ni responsabilidad durante su periodo a los políticos que nos gobiernan. No nos impacientamos con los gobiernos, a pesar del empobrecimiento colectivo que nos causa su ineficiencia, su determinación en gobernar sólo para sus afiliados, su patética visión de la política.
"República Dominicana es pobre", nos repiten, mientras ellos se enriquecen groseramente. (Es que saben que no nos enfadamos mucho, que exigimos pocos resultados.)
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