Por Claudio A. Caamaño (hijo)
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Recientemente el Congreso aprobó una ley que libera los fondos de pensiones para ser inyectados en la economía nacional. Según plantea el Congreso, estos fondos serán dedicados al desarrollo de viviendas para personas de clase media y clase baja, mediante préstamos hipotecarios.
La voracidad económica del gobierno no reconoce límites. Ahora les toca a los fondos de los trabajadores, el fruto de años y años de trabajo. Ese fondo es el seguro que tienen los trabajadores dominicanos para subsistir cuando su capacidad productiva se termine. Es un dinero que debería ser sagrado, y nunca profanado
Ahora se tomará a estos fondos y se los inyectará en la economía dominicana, una economía con sobrada inestabilidad, la cual no ofrece ninguna garantía para estos importantes y vitales fondos. Es un riesgo que de seguro los trabajadores dominicanos no están en la voluntad de correr, pero a ellos nadie les preguntó. Un grupo de vagos, como lo son los congresistas dominicanos, son los que han determinado el destino del dinero de los hombres de trabajo.
Los fondos son para construir viviendas para personas de escasos recursos. Pero un país en las personas de escasos recursos no ganan ni para comer, mucho menos invertirán en comprar una vivienda ¿Cómo piensan que un profesor o un policía podrá embaucarse en un préstamo hipotecario? Esas viviendas tendrán el mismo fin que los apartamentos “populares” que fueron construidos por el INVI en las cercanías de Parque Mirador Sur.
Ese dinero será puesto en riesgo para beneficio exclusivo de los grandes industriales que necesitan que la economía circule para que puedan seguir chupando, así como del gobierno que percibe una tremenda tajada de cada peso que se mueve en las calles. Esa es la verdad.
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